Cómo afecta el climático a la lactancia y qué podemos hacer.

Tal vez no te sorprenda saber que el cambio climático impacta en la lactancia. Pero, ¿cómo? y más importante, ¿qué podemos hacer?

Tanto el cambio climático como sus efectos impactan a todas las personas, pero ¿sabías que quienes menos contribuyen al cambio climático -es decir: mujeres, niños/as y especialmente aquellos/as que viven en países de bajos recursos económicos-, son quienes más sufren sus consecuencias?

Los cambios en el medio ambiente, por un lado, favorecen la aparición de enfermedades transmitidas por alimentos y agua, por insectos y por el aire. Por otro lado, contribuyen a una menor disponibilidad continuada de alimentos sanos, sustentables, seguros y nutritivos. Esto a su vez, aumenta la malnutrición y sus efectos. Y todo esto afecta de manera desproporcionada a la salud materna, fetal, neonatal e infantil.

El cambio climático puede mostrar sus efectos ya desde el embarazo. Por ejemplo, la contaminación del aire se vio asociada a mayor riesgo de preeclampsia, nacimiento prematuro, bajo peso al nacer, mayor riesgo de infecciones infantiles y otras consecuencias.

A su vez, el cambio climático impacta en la salud mental: desde la “eco-ansiedad” hasta el desorden por estrés post-traumático asociado a desastres climáticos, ansiedad, depresión y mayor violencia (entre ellas, la violencia por cuestiones de género). Y todas estas condiciones también afectan a la lactancia…

No sólo eso, sino que el cambio climático y su impacto en la lactancia comparten la misma base: un sistema económico global que no le da valor ni al medio ambiente ni a la labor femenina (o de quien amamante y provea cuidados). Es un sistema que prioriza las ganancias económicas sobre las personas y sobre el ambiente.

Necesitamos que las prioridades se inviertan: el planeta sobre las ganacias (“planet over profit”) y que se valoricen tanto la lactancia como otros aspectos de los cuidados a la salud.

Y entonces, ¿qué podemos hacer?

Seamos el cambio que queremos ver: “contagiemos” a otras personas con esta información y animemos con nuestro ejemplo. Que si, los gobiernos y las industrias tienen que asumir su responsabilidad, pero creo que nos quedaremos un buen rato esperando que la acción venga solamente de allí. Y como individuos, podemos contribuir a que el cambio climático y la lactancia estén en las agendas políticas.

Nuestra alimentación es clave: busquemos conocer de dónde vienen nuestros alimentos y, si es posible, elegir aquellos alimentos frescos, de temporada y cercanos. También, podemos ver de qué maneras podemos reducir nuestro desperdicio alimentario.

Aboguemos por un sistema alimentario sustentable y respetuoso con el medio ambiente, en el que todas las personas podamos acceder a alimentos sanos, seguros, adecuados y completos nutricionalmente.

Hablemos sobre y des-estigmaticemos la salud mental -no sólo durante las emergencias climáticas-.

Como profesionales de la salud y como creadores de políticas en salud, formémonos en lactancia y prioricemos la lactancia también durante las emergencias climáticas.

Nuestras pequeñas acciones pueden no sólo impulsar, sino mantener el cambio.

Fuentes:

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